Yo fuí el cesped cortado en el barro,
el anochecer parpadeante en las mañanas perezosas,
el fuerte olor a incienso y a miel,
los calcetines que mordieron tus piernas,
-entre tanto
nos dedicamos a desangrar las fotos-
fuí las píldoras pequeñas hechas polvo de estrellas,
la espina violeta sacada
quizá
de la almohada o el sueño.
Yo fuí un matadero vendido con descuento,
fuí un destello en una farola de cristales apedreados
a gargajos
-pero las moscas no pueden volar a mi alrededor-,
fuí el perfume de la carne en descomposición,
un orgulloso saco
de miseria
que con miseria alimenta al mundo,
fuí un líquido podrido expulsado de cien cadáveres,
la sed y el vino azucarados,
el único ruído que calla al silencio,
fuí lo que cuentan tus hermanas y tus primas,
las cosas tontas que hacía con la lengua.
_fuí tres veces coma,
raquis húmedo de una infinidad de signos de interrogación
puestos del revés;
punto
y
seguido.