No hay un mantel sobre la mesa,
hay sendas rojas
que van y no vienen,
y enfrente una ventana.
Es el simple gesto de mirarme.
Es la alcoba
desde la que lo contemplamos todo
hasta que anochece y dormimos.
Unas calles que se iluminan.
Una pizca de cemento y sangre;
un poco de pan,
y un poco de pólvora.
Para mi una balsa,
que quiero huir por su río
y perderme;
voy a morirme en sus memorias,
una cruz gamada
de inviernos
y tranvías descarrilados.
hay sendas rojas
que van y no vienen,
y enfrente una ventana.
Es el simple gesto de mirarme.
Es la alcoba
desde la que lo contemplamos todo
hasta que anochece y dormimos.
Unas calles que se iluminan.
Una pizca de cemento y sangre;
un poco de pan,
y un poco de pólvora.
Para mi una balsa,
que quiero huir por su río
y perderme;
voy a morirme en sus memorias,
una cruz gamada
de inviernos
y tranvías descarrilados.
1 Kommentar:
Hay veces en las que no puedo evitar bajar la mirada. Pero no dejo de pensar en todo lo que vimos juntos.
En ocasiones, sonrío solamente para mis adentros, y sigo pensando en lo que me hiciste reír.
Llámame cuando puedas. Me gusta la entrada.
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