Freitag, 4. Januar 2008

XXXIII

XXXIII

No cierro alacenas negras,
para eso ya está la luna,
el mar;
que más me da si me lleva
a donde duermen las aceras
y las uñas moradas.

Entre olivos y olas me pierdo,
nada más que un cielo entero
para rodearme de lágrimas,
de esas de felicidad,
la calma
de los que se mueren en otoño.

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