El viento llevará
consigo,
guiños ciegos a la luna,
los suspiros de toda una vida,
el aliento
efímero y
volátil,
olvidadizo,
de la muerte.
Y el día que se marchiten,
las páginas
negras y taciturnas,
como la cal en mis mejillas,
no quiero que toquen campanas,
y que mi vida
se marche tal y como vino,
como he relamido las hojas
de mi cuaderno gris.
Quiero, válgame Dios
si quiero,
que la herrumbre de
un viejo atardecer de otoño,
muera y se vaya,
desaparezca y se olvide,
llevada por el viento.
Y que mi alma no sea un lastre,
prefiero que mi sorna vuele,
que mis memorias de papel ardan y alumbren
la senda,
de los amores muertos.
Todo lo demás puede quedarse,
y perecer
en el olvido.
consigo,
guiños ciegos a la luna,
los suspiros de toda una vida,
el aliento
efímero y
volátil,
olvidadizo,
de la muerte.
Y el día que se marchiten,
las páginas
negras y taciturnas,
como la cal en mis mejillas,
no quiero que toquen campanas,
y que mi vida
se marche tal y como vino,
como he relamido las hojas
de mi cuaderno gris.
Quiero, válgame Dios
si quiero,
que la herrumbre de
un viejo atardecer de otoño,
muera y se vaya,
desaparezca y se olvide,
llevada por el viento.
Y que mi alma no sea un lastre,
prefiero que mi sorna vuele,
que mis memorias de papel ardan y alumbren
la senda,
de los amores muertos.
Todo lo demás puede quedarse,
y perecer
en el olvido.
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