XXV
Silencio los deseos,
de un mar en calma
y un beso en cada horizonte.
Hoy,
el mundo no necesita
mi coraje de crío,
ni mis ideas de charol.
Todo acaba huyendo,
como este calor que tuve en mis manos.
Silencio los deseos,
de un mar en calma
y un beso en cada horizonte.
Hoy,
el mundo no necesita
mi coraje de crío,
ni mis ideas de charol.
Todo acaba huyendo,
como este calor que tuve en mis manos.
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