XXI
La viuda viste de rojo.
Anda que no es puta la viuda ni ná.
La viuda de tus faldas,
cual banderas ondeando
al viento de poniente.
Y cogeré al mundo
y me las cargaré a todas
antes de encontrarte a tí.
Porque simplemente es así,
cariño.
Viudas son de sentimientos
hastiados, sin ceguera,
para ver los corazones
de los vagabundos de amor
que se pierden en su hoguera;
las velas sin cera,
de polillas,
de orgasmos fríos,
de colofón y
de dolor.
Al alba, te aseguro viuda mía,
no me encontrarás en tu boca,
a esa hora ya estarás tú
en la de otro,
ya toca;
y ya no sabrás más de tontos,
de amores que fueron mierda,
ni de hadas,
ni del sol que aprieta,
tanto que hasta me muero
entre tus balas,
tan jodidamente quietas,
esperando a cuando me ves tragar
como cristales,
el olvido.
La viuda viste de rojo.
Anda que no es puta la viuda ni ná.
La viuda de tus faldas,
cual banderas ondeando
al viento de poniente.
Y cogeré al mundo
y me las cargaré a todas
antes de encontrarte a tí.
Porque simplemente es así,
cariño.
Viudas son de sentimientos
hastiados, sin ceguera,
para ver los corazones
de los vagabundos de amor
que se pierden en su hoguera;
las velas sin cera,
de polillas,
de orgasmos fríos,
de colofón y
de dolor.
Al alba, te aseguro viuda mía,
no me encontrarás en tu boca,
a esa hora ya estarás tú
en la de otro,
ya toca;
y ya no sabrás más de tontos,
de amores que fueron mierda,
ni de hadas,
ni del sol que aprieta,
tanto que hasta me muero
entre tus balas,
tan jodidamente quietas,
esperando a cuando me ves tragar
como cristales,
el olvido.
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