Freitag, 28. Dezember 2007

XXVI

XXVI

Son estas las profecías
de un invernadero
con mil y una suturas,
por las que se esfuma
el polvo de nuestros pasos añejos
-entre cristales rotos, y palabras feas-.

Es como escapar de tus venas,
entre el alboroto y las palomas
de absurda plenitud,
que se cagan encima mía
y en mis muertos,
para no faltar.

Perdido miraré,
perplejo,
como todo se hace,
y renace,
a la luz de nuestra luna.
Y eso que un mes perdío,
que ya ni quiero ni puedo recordar,
renegué de la tortura que tó nos cura;
y en un flotador de cristal
yo me ahogo,
y bailo entre los charcos de sangre,
que te los vi en la mirada,
los ojitos esos en los que me bañé,
y acabé colgado,
de la cuerda de la ternura.

Otra vez.

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